y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar
quisiera
mi verso como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñò el secreto de la filantropía
Con este poema Antonio Machado nos da un atisbo de sus orígenes (Sevilla), su amor por el campo. Amor por el campo que se ve reflejado en sus “Campos de Castilla”, o en la declaración que le hace a Cossío de tener una vida rural, muy ligada a su vez a la idea de contacto con la naturaleza. Es en la vida rural de Segovia donde encuentra un perfecto sitio para desarrollar las líneas pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza, de la cual formó parte como alumno. Tanto su abuelo, Antonio Machado Núñez, como su padre, Antonio Machado Álvarez, mantenían estrechos vínculos con los círculos institucionistas. Su búsqueda de un lugar tranquilo donde impartir clases a una comunidad rural, donde la naturaleza le facilita las salidas al campo, y el conocimiento práctico de las materias y todo ello empapado de una línea pedagógica que impulsó la ILE.
Es en este poema donde el autor nos vislumbra su conocimiento del Arte e Historia de España (clásico o románico) y declara que el conocimiento se genera con el diálogo (mi soliloquio es plática con este buen amigo)
En cuanto a su participación en el proyecto de
Misiones, Machado mostró un gran interés por esta iniciativa que, en cierta
medida, tenía que recordarle la experiencia de la Universidad Popular de
Segovia y que, por otra parte, también se refleja en la formulación de esa
«Escuela Popular de Sabiduría Superior» de la que habla en su Juan de Mairena. A
través de diversos testimonios, declaraciones personales y diferentes escritos
públicos y privados, tenemos constancia del profundo afecto hacia la
Institución y el respeto por sus maestros que siempre albergó Antonio Machado.
En su obra, tanto en prosa como en verso, es patente la huella que su formación
institucionista dejó en su estética y en su pensamiento. Esta filiación se hace
evidente cuando su pluma se ocupa de temas como los males que aquejaban a España
y el modo de resolverlos, sobre pedagogía o sobre el folclore como raíz última
de la poesía. Mención aparte merecen la nota necrológica y el poema que Machado
dedicó a Francisco Giner de los Ríos, con motivo de su fallecimiento en 1915.
Ambos textos, además de aparecer previamente en otras publicaciones, fueron
reproducidos en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza. En carta a
Ortega, Machado escribe [1]
«Mis versos al maestro querido están
hechos con gran amor y superando el dolor que me produjo su muerte».
Otro tanto puede decirse de su relación con Manuel
Bartolomé Cossío por quien Machado sintió profunda admiración y enorme gratitud
y al que también dedicó diversos textos. Ya en julio de 1912, en otra carta a
Ortega y Gasset —en la que, por cierto, alude también a sus años de formación
con «esos santos varones de la Institución Libre de Enseñanza»—, Machado dejaba
patente su cercanía a las ideas de Giner y de Cossío. [2]
«A mí me atrae la
vida rural, la vida trágica del campo y del villorrio; creo que de este modo
estoy más en contacto con la realidad española […]. Cuando los intelectuales,
los sabios, los doctores se dignen ser algo folkloristas y desciendan a
estudiar la vida campesina, el llamado problema de nuestra regeneración
comenzará a plantearse en términos precisos. Mientras la ciudad no invada al
campo —no con productos de desasimilación, sino de nutrición, de cultura—el
campo invadirá la ciudad, gobernará —si es que puede gobernar lo inconsciente—,
dominará, impulsará la vida española. Esto es lo que pasa hoy. La mentalidad
dominante española es de villorrio, campesina, cuando no montaraz»
Machado plasmará buena parte de estas ideas en un
artículo que titulará «Sobre pedagogía» y que publicará meses después en El
Liberal de Madrid; en él cita, como estímulo para sus reflexiones, una
conferencia de Manuel Bartolomé Cossío
«quien, con profundo tino, ha indicado la
conveniencia de enviar los mejores maestros a las escuelas del campo. […] Pero
no basta con enviar maestros —continúa Machado en el mismo artículo—; es
preciso enviar también investigadores del alma campesina, hombres que vayan no
sólo a enseñar sino a aprender. […] A esa labor de europeizar a España, tan
insistentemente aconsejada por el egregio Costa, y que hoy tiene una expresión
práctica y concreta en la Junta para Ampliación de Estudios, que manda al
extranjero jóvenes estudiosos, hemos de darle su necesario complemento con esta
otra labor, no menos fecunda, de los investigadores del alma popular».
¿Qué ideas puedes utilizar del ideario de
la Escuela Nueva en la actualidad como desarrollador de la cultura?
En cuanto a la pregunta, respondo en relación al
poeta Antonio Machado. Elegiría la idea de crear una escuela rural. Como Machado
vió, sería en ese ambiente rural donde podría ejercer mejor la enseñanza, por
diferentes factores. El reducido numero de alumnos concuerda con ejercer una pedagogía
activa y participativa, como la ILE y la Misiones Pedagógicas defendían. Por
otro lado, una escuela cercana a la naturaleza te posibilita la creación de un
conocimiento empírico, y un ambiente donde los estudiantes no se vean
enclaustrados en un aula, con una jerarquía casi vista geográficamente, una
división totalmente segmentada. Una dinámica del aula muy coercitiva.
[1] Consultado el 14/07/20.
Disponible en: https://machadoysoria.wordpress.com/2011/01/17/antonio-machado-la-institucion-libre-de-ensenanaza-y-las-misiones-pedagogicas/
[2] Consultado el 14/07/20.
Disponible en: https://machadoysoria.wordpress.com/2011/01/17/antonio-machado-la-institucion-libre-de-ensenanaza-y-las-misiones-pedagogicas/
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